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Los lácteos veganos podrán llamarse como los de origen animal

La UE finalmente ha decidido permitir que los productos lácteos de origen vegetal –yogur, queso, nata…– puedan llamarse como sus equivalentes de origen animal, y usar en sus envases representaciones visuales que evoquen o imiten a los de origen animal, como por ejemplo la imagen de un remolino de leche en una bebida de avena que, eso sí, seguirá sin poderse etiquetar como leche, tal y como viene sucediendo desde el 2017.

La prohibición, se recogía en la polémica enmienda 171 de la Política Agraria Común, que también planteaba que estos productos veganos no pudieran incluir información sobre alérgenos, del tipo “no contiene leche” o “sin lactosa”. Además, se les permite usar en cualquier forma de comunicación afirmaciones sobre los beneficios que su consumo tiene para el medio ambiente o para la salud en comparación con sus equivalentes de origen animal. De este modo, ahora podrán anunciarse o poner en sus envases cosas como “bajo en grasas” o “la mitad de emisiones de carbono que la mantequilla láctea”.

La enmienda 171 se retiró y no fue ni discutida ni votada en el Parlamento Europeo

Por último, los lácteos vegetales podrán seguir usando términos descriptivos como “cremoso”, “utilizar como nata para cocinar” o “alternativa vegana al yogur”, por citar solo algunos ejemplos.

Al final, los lácteos veganos han conseguido lo mismo que en octubre del 2020 consiguieron las hamburguesas o las salchichas hechas a partir de proteína vegetal, cuando la UE rechazó la enmienda 165, que prohibía denominarlas como tales.

Todos los partidos estuvieron de acuerdo, así que la enmienda 171 se retiró y no fue ni discutida ni votada en el Parlamento Europeo.

Detrás de esta victoria hay la presión que han ejercido oenegés como como ProVeg International, Greenpeace y WWF, así como más de 435.000 consumidores y empresas de alimentación vegana. Curiosamente, también grandes empresas cárnicas estaban en contra. Muchas de ellas se han empezado a posicionar en el mercado de los productos veganos y habían mandado cartas a los eurodiputados para que las rechazaran.

Los productores de lácteos de origen animal defendían que la prohibición era necesaria para proteger el derecho de los consumidores, mientras que de la otra parte se argumentaba que el veto tenía muy poco que ver con la defensa de los consumidores y sí, en cambio, con un intento de poner trabas a la libres competencia dentro de la UE.

Fuente: La Vanguardia

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