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Desarrolla el ICAT suplementos nutricionales de origen vegetal

Una interesante gama de suplementos nutricionales de origen vegetal –útiles especialmente en personas con diabetes, obesidad y cirrosis, así como pacientes con dificultades para deglutir– es desarrollada por especialistas del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT) de la UNAM.

Se trata de suplementos en polvo, bebidas, galletas, harinas para hot cakes y barras nutricionales, los cuales actualmente están listos en sus fases experimental y de producción en laboratorio, y disponibles para una transferencia a la industria que logre llevarlos al mercado.

“Los suplementos que hacemos son de origen vegetal, lo que llaman ahora plant based, y nos basamos en la mezcla de harinas de cereales con leguminosas. Utilizamos algunos otros productos, como algas y harinas de champiñón y de chapulín para complementar el valor biológico de la formulación que estamos buscando”, afirmó María Soledad Córdova Aguilar, técnica académica del Laboratorio de Ingeniería de Proceso del ICAT y líder del proyecto.

Como estabilizante y con el fin de mejorar la textura de los productos utilizan el mucílago del nopal, cuyo proceso está actualmente en trámite de patente. “Es como una goma que se usa para estabilizar las suspensiones cuando se preparan suplementos en forma líquida”, detalló. Del nopal aprovechan el que es de desecho agroindustrial, lo que abarata los costos.

Córdova Aguilar dijo que trabajan para que los suplementos tengan un alto valor biológico, lo que implica un elevado contenido de proteína. “Por eso buscamos que la mezcla de cereales con leguminosas sea la que cumpla con el perfil de valor biológico, que medimos con un índice de proteína y contenido de aminoácidos”, precisó.

Otras características de los suplementos alimenticios es que estén disponibles y que sean altamente digeribles y accesibles económicamente. “Tratamos que sean de bajo costo, con materia prima que nosotros preparamos y alta calidad, y nos aseguramos que cumplan con los requerimientos para ser un suplemento”, añadió.

En el laboratorio, Córdova Aguilar y su equipo se encargan de hacer las formulaciones desde el punto de vista científico y estadístico, para que éstas se puedan probar y garanticen alta calidad nutricional y buen sabor. “El producto debe tener una prueba sensorial y una aceptación. Si no sabe bien no lo usamos”, aseguró.

Entre los productos finales hay suplementos en polvo, galletas, panquecitos, barras nutricionales, harinas para hot cakes y bebidas en suspensión.

Deseamos “que el proceso se pueda escalar, pero en el laboratorio no tenemos la capacidad para hacerlo. Ahora necesitamos que en el ICAT nos apoyen con el trámite de protección intelectual y en la búsqueda de alguien que lo produzca a nivel escalamiento, con el fin de comercializar estos productos. Nosotros podemos diseñarlos, probarlos, generar toda la base científica y hacer un manual de procedimiento”, señaló.

Gracias a una colaboración con el Hospital General de México, han desarrollado los suplementos para pacientes con cirrosis, diabetes y con problemas para deglutir. “Además de sus medicamentos y alimentos, estas personas pueden utilizar dichos productos y no comprar otros muy caros importados”, comentó.

 

Abaratar costos

Isadora Martínez Arellano, también técnica académica del ICAT, explicó que en el laboratorio intentan abaratar costos en materias primas y en su elaboración, que incluye bajo consumo de energía. “Ahora necesitamos quién nos haga la maquila para producirlos a escala”, señaló la universitaria.

“Hacemos pruebas sensoriales en el hospital, a donde llevamos los suplementos alimenticios a los pacientes y nos dicen si les gustan o no. De varios productos hicimos estas pruebas –por ejemplo, de una hamburguesa vegetariana que pusimos a competir con productos similares que ya existen en el mercado– y la nuestra resultó mejor”, agregó.

Martínez Arellano comentó que además de hamburguesas han elaborado churros y bebidas tipo jugos, de sabores agradables, para lo que usan saborizantes artificiales permitidos en la norma.

En este proyecto, en el que colaboran estudiantes de química e ingeniería de alimentos e industrial, también se han desarrollado equipos propios, como una trituradora, una licuadora industrial e incubadoras para mantener la vida de anaquel de los productos.

Fuente: Gaceta UNAM

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