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Los edulcorantes que usa la industria son seguros: expertos

Los edulcorantes continúan siendo la mejor opción para endulzar alimentos y bebidas con pocas calorías gracias a que la ciencia los avala como seguros para la salud, coincidieron expertos mexicanos con motivo del 35 aniversario de su primer uso intensivo en la industria.

“Son seguros ya que cada compuesto pasa por el Comité Mixto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), una comisión internacional de expertos no ligados a la industria que analiza continuamente la seguridad y posible toxicidad”, dijo Hugo Laviada.

Laviada, miembro de la Sociedad Mexicana de Nutrición y Endocrinología, detalló que las pruebas para aprobar el uso de estas sustancias llevan “entre 10 y 20 años”.

Los que actualmente se emplean masivamente en el mercado: sacarina, sucralosa o aspartame, por mencionar algunos, también han tenido que pasar por dichos controles.

Hace 35 años, en 1982, comenzó la era de las bebidas dietéticas (“light” en inglés). Desde principios de los 80, la industria de los alimentos ha incorporado edulcorantes en cada vez más productos para reducir su contenido calórico.

“En los últimos años ha habido un exceso de información en cuanto a las bondades que se le atribuían a algunos productos, de ahí la necesidad que el regulador sea firme”, explicó Álvaro Pérez Vega, comisionado de operación sanitaria de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), organismo mexicano encargado de velar por el bienestar de la población y de supervisar las prácticas de la industria.

Los edulcorantes estimulan los receptores del dulzor en la lengua y su característica es que son mucho más intensos que el azúcar.

“Para lograr el mismo efecto de dulzor (del azúcar) hacen falta sólo miligramos”, aclara Laviada.

Según el informe “Edulcorantes Artificiales, ¿Dulce Alternativa?”, publicado por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), la historia de estos aditivos se remite al descubrimiento de la sacarina en 1879 (del latín saccharum, azúcar).

Su primer uso industrial fue en una bebida en 1901. En 1965 Schlatter logró sintetizar el aspartame y su uso en Estados Unidos fue autorizado a principios de los 80. Está formado por dos aminoácidos: ácido aspártico y fenilalanina.

“Aporta muy pocas calorías porque se digiere en el intestino como si fuera una proteína”, dijo Laviada sobre el aspartame.

La sucralosa fue descubierta en 1976 y es el único edulcorante de bajas calorías que se fabrica a partir del azúcar.

En México, la autoridad sanitaria trabaja para ordenar el mercado de los alimentos y bebidas que usan edulcorantes, con la finalidad de proporcionar información para un consumo responsable.

“A partir de ahora nadie puede decir en su etiqueta que no tiene calorías, si en realidad las tiene”, agregó Pérez Vega.

Desde febrero de 2016 las reglas en el país son claras y todos los productos con algún tipo de sustituto de azúcar deben identificarlo en la etiqueta como edulcorantes de mesa, además de detallar su aporte calórico por porción individual y del total por paquete.

“Estos productos deben competir a partir del gusto del consumidor, no a través del engaño”, aclaró la Cofepris.

Para regular la ingesta de edulcorantes existe el índice de consumo seguro conocido como Ingestión Diaria Máxima Aceptable (IDA). Así, para la sacarina y la sucralosa la IDA es de 2 miligramos (mg) por libra de peso y para el aspartame es de 15 mg por libra de peso por día.

“Podemos decir que una persona de 132 libras necesitaría consumir 13 latas de refresco dietético o 70 sobrecitos de sustituto de azúcar de mesa”, dice el informe de Profeco sobre el aspartame.

Mucho se ha hablado sobre si los edulcorantes deben ser suministrados a niños y sus potenciales efectos.

“No hay efectos ni en niños ni en adultos. Hay quienes creen que las sustancias dulces pueden generar adicción, pero no hay sustento científico”, indicó Laviada, también catedrático de la Universidad Marista de Mérida.

Para el especialista “lo importante es que exista una orientación alimentaria en la escuela y en la casa”.

Fuente: EFE (vía El Nuevo Día)

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