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Analizan bacterias del tubo digestivo para tratar la celiaquía

Una investigación de científicos de la Universidad de León abre nuevas vías para posibles tratamientos de la enfermedad celiaca. Aunque aún se encuentra en fase de desarrollo, los primeros resultados en laboratorio han sido satisfactorios y pronto comenzarán los ensayos clínicos con seres vivos, en concreto con ratones.

Más de 450,000 personas en España están afectadas por la enfermedad celiaca, lo que supone un uno por ciento de la población, aunque se estima que apenas el 10% de los afectados han sido diagnosticados. Una investigación, todavía en proceso, que está llevando a cabo un equipo multidisciplinar de la Universidad de León, en colaboración con el Complejo Asistencial de León, busca hacer la vida más fácil a todas estas personas intolerantes al gluten. Los primeros resultados, pues ya se han realizado pruebas en laboratorio, son prometedores.

La investigación, que realizan microbiólogos y bioquímicos de la Universidad de León, y en la que participan, entre otros, los investigadores Javier Casqueiro, Jenifer Pérez y Leandro Rodríguez, ha analizado el papel de las bacterias presentes en el tubo digestivo en el metabolismo del gluten.

Así, ha logrado demostrar lo que hasta el momento era sólo una hipótesis, que hay bacterias que tienen las personas sanas que digieren el gluten de una manera y bacterias que tiene las personas celiacas que lo digieren de otra diferente, lo que ha abierto nuevas vías a futuros tratamientos para esta enfermedad.

“Hay proteínas presentes en el tubo digestivo que participan en el metabolismo del gluten y su actividad es diferente entre sanos y celiacos. El metabolismo del gluten es diferente entre sanos y celiacos por la participación del conjunto de proteínas, que varía de unos individuos a otros y que hace que en los celiacos ese metabolismo sea tóxico”, explica Leandro Rodríguez.

Y es que pese a que la celiaquía “se conoce bien desde el punto de vista inmunológico”, lo cierto es que hasta este momento se desconocía cómo se metabolizaba el gluten en el cuerpo humano y la razones por las que en algunas personas se desencadenaba ese efecto tóxico, afirma Casqueiro, que precisa que por eso se comenzó a investigar qué bacterias participaban en el metabolismo del gluten y si alguna de ellas estaba implicada en el desarrollo de la celiaquía.

Ahora se ha descubierto que existen microorganismos en el tubo digestivo que pueden consumir el gluten. Cuando se consume el gluten, explica este investigador, hay una parte que se excreta por las heces, otra la absorbe el propio individuo y una última es digerida por microorganismos. Por eso, esta investigación trata de eliminar el gluten del tubo digestivo a través de microorganismos que puedan ser administrados a las personas celiacas que tengan una actividad antiinflamatoria y que sean capaces de acabar con los fragmentos que les hacen daño.

El mayor problema de los celiacos es que los alimentos que contienen gluten son tóxicos para ellos, por lo que se ha investigado cómo hacer para que puedan metabolizar de forma correcta el gluten para que no les resulte venenoso.

A partir de esa premisa, estos investigadores aislaron bacterias que participan en el metabolismo del gluten, procedentes de leche materna y de heces de bebés lactantes, para lograr obtener un probiótico o un coctel de probióticos que ayude a las personas celiacas a metabolizar el gluten.

Evitar trazas y contaminaciones cruzadas

“El objetivo último es hacer la vida más fácil a las personas que padecen celiaquía”, explica Jenifer Pérez, que se ha encargado de aislar y seleccionar las bacterias beneficiosas que puedan ayudar a digerir el gluten.

A este mismo respecto, los investigadores precisan que, según la información que se tiene hasta este momento de la enfermedad, la celiaquía no tiene cura, por lo que sería imposible que un celiaco pudiera comerse unos macarrones ya que no pueda metabolizar todo ese gluten, pero sí podría consumir pequeñas cantidades como trazas que aparecen en muchos productos o soportar contaminaciones cruzadas, que pueden producirse, por ejemplo, al cocinar.

De esta forma, a través de estos microorganismos se evitarían un sinfín de complicaciones tanto a la persona intolerante al gluten como a su familia, y podrían facilitar, por ejemplo, que puedan salir a comer fuera de casa sin preocuparse por si su platillo se ha elaborado en el mismo lugar que otro que sí contenía gluten.

Aunque aún queda todo un proceso de desarrollo para que este coctel de pro bióticos cobre forma y se convierta en una pastilla o en una solución oral para ayudar a luchar contra la enfermedad celiaca, lo cierto es que algunos de los microorganismos que pueden ayudar a metabolizar el gluten ya han sido descubiertos y aislados.

El proceso comenzó con más de 180 microorganismos presentes en la leche materna y otros tantos en las heces de recién nacidos lactantes, casi 400 muestras en total que se analizaron de forma minuciosa. A todos ellos se les sometió a un sinfín de pruebas para lograr seleccionar los que tuvieran unas características óptimas para tratar la enfermedad y que, además, pudieran soportar el proceso de digestión y hacer su ‘trabajo’ contra el gluten de forma efectiva.

Hasta este momento, en el mercado no existe ningún compuesto que tenga estas características y que esté destinado a minimizar los efectos que produce el gluten en las personas celiacas.

Las pruebas en laboratorio, todo un éxito

Como resultado de este arduo trabajo se lograron seleccionar cinco potenciales probióticos dirigidos a evitar el efecto de las contaminaciones del gluten en las personas celiacas, dos de ellos procedentes de la leche materna y otros tres de las heces de recién nacidos. Todos ellos considerados seguros para ser introducidos en la cadena alimentaria humana y que cuentan con el visto bueno de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria.

La siguiente fase a la que se enfrenta esta investigación es la de probar que estos probióticos que ayudan a digerir el gluten funcionan también en seres vivos. Por eso, en un primer momento se realizarán pruebas en ratones y, si resulta efectivo, los ensayos pasarían a ser con humanos.

Una investigación esperanzadora, financiada con fondos públicos nacionales y autonómicos, que aunque se encuentra aún en fase de desarrollo, puede cambiar el tratamiento de la celiaquía.

Fuente: iLeón

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